miércoles, 8 de diciembre de 2010

Cada uno tenemos las nuestras.

Con una palabra os lo aclaro en un momento. Manías. Y sí, yo tengo muchas, por no decir demasiadas, desde pequeño, no sé si por trauma infantil por ser tan feo, por ser gordete, por ser del Atleti, no lo sé muy bien, pero tengo demasiadas diría yo. Pongamos un ejemplo que tengo en casa: no puedo cojer un tenedor, una cuchara o una cucharilla que del mango de éstas acaben redondas, tienen que acabar en punta, porque no soy capaz de comer con un cubierto así. Sí, chorradas que te hacen que te sientas especialito aparte de tu maravillado daltonismo (cosa sufrida hoy, porque era de noche, no se leían los carteles de los contenedores de basura, y no sabia que color era cada uno, sí, triste). Pongamos otro ejemplo maníatico, extraño: situémonos que estoy andando por la calle, y hay un cartel de coche, que puedo llegar saltando a darle, pero digo, que chorrada, si voy a parecer gilipollas. Pero no, me entra un agobio encima, que a lo mejor después de andar cinco minutos más, vuelvo solo para darle, y así sentirme agusto, cosas que me pasan con muchas otras, que me las propongo y si no las hago puedo reventar...

Porque sí, cada uno tenemos las nuestras, unas no muy comunes, otras que son chorradas y algunas que no tienen importancia, cosas que te hacen diferente a los demás.

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